ACASO de haberlo dicho en lugar
de escribirlo hubiera sido más honesto. Aunque lo haya sentido, aunque ese
sentimiento fuera mío y haya llorado por lo mismo más de una vez. No me da
derecho a hacerlo.
Yo no escribo delante de ella, delante
de un paisaje, delante de mis ojos, ni siquiera delante de los distintos verdes
que acaricia un jardín mojado por la lluvia.
Lo hago a sus espaldas, a
escondidas, encorvado, solo, triste, abandonado.
En un acto, por lo menos cobarde.
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