CON DESMESURADOS ademanes
se perdió en medio de la noche
como un loco.
Parecía que se la pasaba coleccionando estrellas.
Mis ojos no paran de llorar desde entonces,
pero mis lágrimas
no sé de donde salen.
Las detengo por un instante,
las aparto,
las confundo con la lluvia.
Aparento limpiarlas
con pañuelos viejos
que guardo por si acaso
en algún cajón.
Pero jamás podré secar el río
que me corre por dentro,
su torrente infinito
al recordar.
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