miércoles, 20 de febrero de 2013

Lágrimas de desamor


No hay peor cosa
que una tormenta sin truenos
y un amor sin lágrimas.


   A LA VUELTA DE LA ESQUINA: hay sueños destapados, de sábanas frías y un alma escapando. Durmiendo en la calle, viviendo de a ratos, de limosnas cómplices que huyen de espanto. Para que el mismo espanto las acerque una mañana de sol volviendo del Botánico. Sin mate ni biscochos ni nada para ofrecer pero con palabras tan finas que no caben los recuerdos.
A la vuelta de la esquina: vendedores ambulantes, ansias de inmigrante, de pasado pobre. De Lima a Buenos Aires, en micro, dejando una esposa y dos hijas. Bajo promesa de enviar plata ni bien pueda. Pero ya conoció otra mujer en el viaje, peruana también. Y como se sabe -y más si viene de un hombre- hay promesas que se las lleva el viento y se cumplen a medias. Se los ve juntos buscando pensión donde vivir y un modo de subsistencia que los una.
A la vuelta de la esquina: hay sexo durmiendo, a la espera de un orgasmo que le calme el día, porque la noche está quieta, demasiado quieta, entre tanta demanda espontánea y un amor… esclavo. Esclavo del sexo, de un sexo bien pago, a veces. Nació hombre en Jujuy, alquila una pieza en la calle Thames con baño y cocina compartidos, tiene un sueño escondido y desde los dieciséis  se llama Rocío, como la Durcal.
A la vuelta de la esquina: te confías y te acuestan, infancia de rugbier, de colegio privado, de piso en Vicente López, apellido ilustre y familiares ricos que ya no ve. Los años le hicieron  perder la parafina de surfer pero no las mañas. De nombre Lisandro, casado, una hija, vive por ahora en Almagro y mucho el barrio no le gusta. Al menos eso dice.
A la vuelta de la esquina en Guemes entre Thames y Gurruchaga con Borges de testigo y el tránsito que cambió de mano hay corazones en sangre viva, perdidos, desolados.
Soñando con los ojos abiertos.

   POR ENTRE FRAZADAS IMAGINARIAS que le quitaban la calma por las noches Esa noche, se decía:
-Tapate, Ramiro, tapate que hace frío- . Por eso estás temblando. Pero no se tapaba.
Y seguía¨
-¿Y la colcha? ¿Por qué no me la alcanzás?-
-Por que no está, la colcha, no está-
-Si Memeca me iba a traer una-
-Tapate, Ramiro, tapate que hace frío-
(Pero Memeca no vino esa noche)
-Te das cuenta es por eso que quiero dormir durante el día-
Para poder cuidar las cosas, las pocas cosas que tengo, porque si no te las roban.

Manchas grises en el cielo, lágrimas de lluvia que caen.
Trastos, la ropa está sucia y mojada, la vereda rota.
El frente de la ventana donde deja sus cachibaches.le hace las veces de repisa.
Una taza,….
La comisaría 23 en la esquina mira para la Av. Santa Fe y lo olvida. Los vecinos lo incorporan al paisaje y le gritan: “Ramiro”, “Ramiro”.
-No me digas Ramiro, decime “calle” (por favor, te pido, decía para adentro)
Un chica rubia alta lo saluda con un beso. Ramiro traspira humedad, yagas en las manos, cayos, uñas negras quebradizas, largas y lee, mucho lee, a veces escribe.

Se adueño de la calle, dice Beba y se encargó de difundirlo por todo el barrio. Lo denunció en la comisaría de la esquina, pero ahora con esto de los derechos humanos la policía está atada de pies y manos, “que van a hacer los pobres, si tienen más derecho los delincuentes que la gente de bien y esté vago que vive en la vereda de enfrente afea mi balcón cada vez que salgo a mirar a la calle y lo veo” Cada vez que voy a la comisaría el propio comisario y todos los agentes me tratan muy bien y me toman la denuncia, ya tengo seis, pero no hacen nada. Ni bien consiga el número del Gobierno de la Ciudad voy hacer la queja. Me lo va a pasar una amiga que vive en la calle Malabia. Ellos me van a escuchar. ¡Estamos en Palermo, a una cuadra de la Avenida Santa Fé y parece una villa!

Amanece.

-Memeca, exclama Ramiro-
-Oui., Ramiro, Oui.
La reconoció por el modo de andar y por que arrastra levemente la pierna derecha. Ese zumbido en la baldosa y el perfume a lavanda de su piel eran inconfundibles para él, porque la amaba.
Todavía estaba medio dormido
-Te  sirvió la colcha que te traje-
-Aquí está-
-Anoche no pude venir porque fui a la casa de mi hija a cuidar a mis nietos-

                                                                                                                       (continuará)

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