martes, 9 de junio de 2015

De fuego después


Mi vida entera
es de ella.
La que tengo,
la que sufro,
la que sé.
Entre racimos de uvas
me condena,
para liberarme luego
envuelto en sus brazos de
fuego después.

Mi vida entera
es de ella.
La que puedo,
la que siento
tibia entre mi piel.
Aunque casi nunca
le pida lo que quiero
y se quede en deseo
el aire que respiro de
fuego después.

Y me quede esperando
mirando hacia abajo
(soñando tal vez)
en un rincón del cuarto
durmiendo caricias de
fuego después.

Como un pájaro sin nombre
que nombra y no es,
que se arrulló en la casa
tiritando de miedo,
por temor a ser visto
al verla volver.

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