3ra. La crónica es una investigación
periodística.
La crónica no es (solo)
investigación periodística. La editorial Planeta/Seix Barral (un actor
editorial de peso en la publicación de obras de cronistas que publicó casi
completa la obra de Pedro Lemebel entre muchas otras) entiende por crónica una
investigación periodística -que incluye la biografía- sin limitación temática,
realizada en profundidad, escrita con una marcada voz de autor, que apela a
estrategias y recursos propios de la narración de ficción (Baigorria, 2010).
Pero la crónica no es (solo) investigación periodística, ya que ésta es
preexistente a la investigación llamada periodística y se remonta en nuestra
lengua, como ya vimos, por lo menos
hasta la época de los cronistas de Indias. Por lo que la crónica (entonces, también)
entre muchas otras cosas es investigación periodística, pero no sólo. Incluye
la biografía (o el llamado “espacio biográfico”, donde lo vivencial, la
“propia” experiencia es un valor privilegiado, Leonor Arfuch, (2002) y no tiene
(ningún tipo) de limitación temática. Pero que la investigación sea realizada
en profundidad o no, no es determinante. La crónica está escrita con una
marcada voz de autor (narrador) y (a menudo) apela a estrategias y recursos propios de la
narración de ficción (Caparros, 2007).
La música y las
luces nunca se apagaron
PERO LA MUSICA Y
LAS LUCES nadie las apague; ni siquiera la bomba incendiaria que un fascista
arrojó recién en la entrada. Ese resplandor amarillo que trepa los peldaños
como un reguero de pólvora, que alcanza las plumas lacias de los travestis
inflamando la silicona en chispazos púrpura y todos aplauden como si fuera parte
del show. Total la música y las luces no se apagan y sigue cantando la Grace
Jones por eso nadie lo toma en serio.
Como darse
cuenta que la escalera de entrada se derrumba en un estruendo de cenizas, si el
sonido es tan fuerte y todos sudan en el baile. Qué más da un poco de calor si
las locas están calientes atracando y al gritito de: fuego, fuego. No falta la
que dice: ¿Dónde? Aquí en mi corazón. Pero en un momento el chiste se
transforma en infierno. Como si la música y las luces acompañaran la escena
dantesca que arde a puerta cerrada. Con demasiado calor para seguir bailando,
demasiado terror para rescatar la chaqueta Levis
en el guardarropa. Atrapado en el choclón de locas gritando, empujando,
pisando a la asfixiada que prefiere morir de espanto. Buscando la puerta de
escape que está cerrada y la llave nadie sabe. Entonces a los baños dice
alguien que lo vio en una película. Atravesando la pista encendida entre las
brasas de locas que lanzan con la Grace y la música que sigue girando. Pisar
las vigas y espejos al rojo vivo que multiplican la Roma disco de Nerón Jones,
atizando la fogata desde los parlantes. Sin mirar atrás las parejas gays calcinadas en los carbones de
Pompeya. Encontrar los baños para refugiarse en el frío falso de los azulejos plásticos.
Como si en último momento se eligiera el lugar del placer, recordando chupeteos
y escenas de fragor, reviviendo en la emergencia la humedad sexual de los baños
[…] Más bien abrir todas las llaves de los lavamanos, pero la gota mezquina que
sale está hirviendo y el humo ahoga la garganta en un asma de losca que no
quiere morir.
en “La
esquina es mi corazón” de Pedro Lemebel.
Con tanto
público abajo esperando morboso que la loca se tire al vacío. Sobre esa multitud
de curiosos que miran indiferentes los incendios. Decidirse a dar el salto,
porque es posible que su asma de losca flote en el aire dorado que la quema.
Atreverse ahora que la cola está ardiendo y el mar tan lejos es un vértigo de
olas que la aplaude. Apenas un paso empujada por la hoguera que inflama el pelo
una antorcha. Un paso, sólo un paso en la pasarela de vidrio y el espectáculo
de locas en llamas, volando sobre el muelle de Valparaíso, será recortado como
un brillo fatídico en el escote aputado del puerto. Porque aun así, aunque la
policía asegura que todo fue por un cortocircuito eléctrico, la música y las
luces nunca se apagaron.
Discoteque
Divine, Valparaiso, 4 de septiembre, 1993 (2001:120-123).
Mi amiga Gladys
ESTAS LÍNEAS
ADHIEREN cariñosamente a Gladys por cicatrices de género, por marcas de
clandestinidad y exilio combatiente. Por ser una de las numerosas que
capitalizaron ética en el rasmillado túnel de la dictadura y su fascistoide
acontecer. Estas letras minoritarias se complicitan con ella en el develaje
frontal del crimen impune y el mal aliento del tufo derechista que minimiza la
tragedia.
en “Zanjón
de la Aguada” de Pedro Lemebel
(2003:137).
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